La noche del 12 de septiembre, Hernán Arcil se coronó como el gran ganador de la categoría de danza en el regreso de «Rojo» a las pantallas de TVN. Bajo el slogan ‘El color del talento’, el espacio logró posicionarse con bastante éxito en su franja horaria, tanto así que los ejecutivos decidieron continuar con una segunda temporada.
Hoy en día, el joven de 26 años forma parte del ‘Clan Rojo’ y mantiene una relación amorosa con Andrei Hadler, quien se quedó con el tercer lugar en la competencia de cantantes. Sin duda, su vida cambió radicalmente tras su participación en el programa, pues no solo ganó popularidad en redes sociales, sino también un auto y un departamento donde hoy en día convive con su pololo.
Recientemente, en una entrevista con Las Últimas Noticias, el bailarín reveló duros episodios que tuvo que enfrentar en su infancia, pero los cuales, reconoce, lo convirtieron en la persona que es en la actualidad.
«El bullying empezó desde que era chico. No me gustaba jugar fútbol, solo me gustaba bailar y jugar a las barbies con mis amigas del colegio. Era gordito, moreno y gay. Era el objeto perfecto para recibir burlas. Tenía 7», comentó, profundizando una revelación que hizo esta semana a través del ‘Carpool de Rojo’ que se emite en la cuenta oficial de Facebook.
Recordemos que Hernán nació en la Villa Los Cóndores, Población Pero de Valdivia, en Temuco. Allí creció, y de 2do a 8vo básico fue el foco de los abusadores. «Los recreos eran difíciles: trataba de salir al último para que mis compañeros no agarraran mis cosas o me sacaran la colación. Afuera, cuando me ponía a jugar, las cosas salían un poco mal para mí. Cualquier juego terminaba conmigo en el suelo o en los botes de basura. Cuando chico me metían a la basura, me tiraban al basurero y es fuerte decirlo», confesó, asegurando que si bien algunas personas pueden ver ese comportamiento como una travesura, para él fue algo que le provocó mucho daño.
En todo ese período, asegura que el apoyo y comprensión de sus padres fueron fundamentales. «Nosotros somos una familia humilde, de esfuerzo, y mi mamá tenía que atender mil otras cosas. Pero pese a eso, ella me daba ánimos. Recuerdo súper bien una frase que me decía: ‘Si los perros ladran, es porque te ven avanzar’. Ella sabía que yo saldría adelante igual», detalló.
Con tristeza, Hernán Arcil recuerda patadas, golpes y hasta una niña que lo botó de un columpio, dejándolo medio inconsciente. Además, a pesar de su negativa, había compañeros que lo obligaban a pelear con otros niños. Pero él cree que hay algo positivo que pudo sacar hoy de todo aquello: «Lo bonito del bullying, aunque suene extraño, es que te hace valorar más a la gente buena. Como había compañeros que me molestaban, había otros -la mayoría mujeres- en que me refugiaba y me sentía apoyado. Aprendí mucho», reflexionó.
En primero medio, se cambió de colegio, pero las cosas no cambiaron demasiado, y el joven comenzó a preguntase cuál era el problema de ser así. A los 15 años entró a la Escuela de Ballet en el Teatro Municipal de Santiago. Dejó el establecimiento y comenzó con exámenes libres. De todas maneras, era el «el cabro del sur, negrito», e igualmente generaba cierto rechazo. «Pero ahí también aparecieron amistades que aún conservo y en donde me aferré», cuenta Arcil.
«Al final, creo que el bullying me terminó ayudando, porque cada vez que me molestaban o pasaba algo, yo me refugiaba en la danza. Me ayudó a crecer rápido. Entre que me molestaran mis compañeros, prefería estar bailando. El baile como que me salvó», analizó el ganador de «Rojo, el color del talento».
Finalmente, aseguró que a todos esos bullies de su infancia les daría las gracias, pues todas esas experiencias difíciles lo ayudaron a superarse. «Hoy me siento orgulloso de todo lo que he logrado. Gracias a lo que viví, me convertí en lo que soy ahora. Y hoy estoy feliz», concluyó.