Hace unos días, la actriz y cantante Amaya Forch publicó una tierna postal en su cuenta de Instagram saludando a su hijo menor, Alonso, por el día de su cumpleaños. Imagen en la que también aparece su hija Julieta y su ex pareja, Amaro Gómez-Pablos, lo que sorprendió a muchos.

Lo anterior porque además Amaya reflexionó sobre la importancia de que los padres separados mantengan una buena relación por el bienestar de sus hijos.

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El mejor regalo que le podemos dar a nuestros hijos es el saber y sentir que somos un equipo a pesar de todo. Que cuando decidimos formar una familia creamos un lazo irrompible. Y que familia se es también estando separados con nuevos cariños que vienen a sumar su amor. Somos 4+.

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Cabe recordar que Forch y Gómez-Pablos estuvieron 10 años juntos, separándose a principios de 2014 en medio de una gran polémica que involucró una denuncia de violencia intrafamiliar y, posterior a esto, el ex conductor de noticias confirmó su relación con la modelo venezolana Marly Aponte, la que no prosperó.

Por eso Amaro conversó con LUN, contando detalles de cómo volvió a tener una buena relación con Amaya. «El ego y los rencores son lo que uno debe barrer y despejar en favor de los hijos. Todo lo demás es mezquindad», primero comentó el periodista.

Para luego agregar: «Yo no hago esto por Amaya. Ella no lo hace por mí. Juntos lo hacemos por los hijos que tenemos en común y porque nuestra responsabilidad es su bienestar siempre, al margen de estar separados», indicó.

Reencuentro que, según contó el comunicador, benefició a sus hijos, ya que percibió casi inmediatamente un cambio positivo en ellos. «Los libera de estar entre dos trincheras. No merecen el fuego cruzado. Aliviana su existencia y la mejor métrica de ello es su risa. Lo contrario los obliga a un estrés latente y desgastador que al final mata su infancia. Y eso es triste. El tiempo perdido no tiene vuelta… es tiempo que les robas a los niños», expresó.

Sin embargo, Amaro Gómez-Pablos aclaró que este cambio no fue instantáneo, y que antes debió pasar, al igual que Amaya Forch, por un largo proceso.

«No es una navegación fácil, porque abunda la suspicacia en torno a la manipulación de los niños. ¿Por qué estará proponiendo esto? ¿Cual es su interés ulterior? ¿Hay maniobras? Cuando se empieza a despejar la sospecha, empieza la cercanía. Pero hay que entender que incluso la separación es un estado de relación, y en ello hay que hacer concesiones de un lado y otro. Hay que tener la voluntad. El resultado final, para bien o para mal, recae en los niños», señaló.

Para finalizar, el periodista hizo una reflexión y además aprovechó de hacer un llamado a los padres que están separados y viven una situación similar.

«Como padre no me puedo desentender de mis obligaciones al separarme, como el pago obediente de mis compromisos. También me gustaría hacer un llamado a las madres para que no se dejen engatusar por abogados desalmados que instan a falsas acusaciones de violencia o de abuso como mecanismo de presión. Eso no se hace porque daña a los niños. He conocido casos de papás que no han visto a sus hijos por años. Al margen del padre, ¿quién le repara esa herida al niño? Hay que saldar. Cuidar. Y procurar cierta honorabilidad pese a las diferencias», sentenció.