La empresa internacional de apuestas 1xBet habla sobre lo que le falta hoy en día al deporte número uno.

 

Sin simulaciones, solo lucha.

Si ves cualquier partido de los años 70 u 80, te sorprenderá mucho un detalle: el mínimo número de interrupciones en el juego. En aquellos días, los árbitros no prestaban atención a las colisiones menores y los jugadores no se retorcían de dolor tras cada brisa de viento.

Hoy en día, los jugadores utilizan activamente la simulación para ganar una pausa táctica, ganar tiempo o conseguir que sus oponentes sean sancionados. Algunos futbolistas ni siquiera necesitan una razón para mostrar sus habilidades teatrales, simplemente les encanta hacerse las víctimas y ser el centro de atención.

La salud de los jugadores siempre debe ser una prioridad, pero sigue siendo agradable que los futbolistas sigan siendo hombres y compitan de forma limpia.

 

Personalidades carismáticas

Las estrellas modernas baten récords de goles y ganan cientos de millones de dólares, pero su comportamiento caprichoso las hace parecer niños mimados. Al observar su conducta, uno empieza a echar de menos a los futbolistas emblemáticos del pasado, que eran personalidades extraordinarias y grandes líderes.

El feroz Oliver Kahn se enzarzó en una mirada desafiante con el inflexible Raúl, Gennaro Gattuso y Roy Keane inspiraron a sus compañeros con su compromiso, y Alan Shearer era capaz de reprender tanto a un adversario descarado como a un compañero insolente. Los futbolistas estrella no eran solo chicos guapos con equipaciones caras, sino que se convirtieron en auténticos ídolos y modelos a seguir.

 

Los auténticos números 10 y magos

En los últimos años, el fútbol ha experimentado una auténtica revolución táctica. Los entrenadores han ido abandonando cada vez más los clásicos «números 10» centrados en el ataque, prefiriendo jugadores versátiles capaces de trabajar de área a área. Como resultado, la posición de mediapunta ha desaparecido casi por completo y, con ella, jugadores como Gaizka Mendieta, Juan Román Riquelme, Mesut Özil y Guti. Sus pases en profundidad eran una verdadera forma de arte y su inteligencia futbolística era algo maravilloso.

El fútbol moderno se basa en la eficiencia, por lo que apenas queda espacio para los auténticos magos. Las inimitables fintas de Ronaldinho, los elegantes movimientos de Zidane y los espectaculares trucos de Jay-Jay Okocha son cosa del pasado, los futbolistas simplemente no tienen suficiente libertad para mostrar sus cualidades individuales. Ahora cada jugador desempeña un papel estrictamente definido en el campo, como si formara parte de un mecanismo perfectamente ajustado. Este enfoque pragmático da resultados, pero con él el fútbol pierde una parte de su alma.

 

Lealtad al club

La historia recuerda a muchos futbolistas que pasaron toda su carrera en un solo equipo. Paolo Maldini jugó en el Milan durante 25 años, Ryan Giggs jugó exclusivamente en el Manchester United y Totti rechazó al Real Madrid para quedarse en el Roma. Hoy en día, los jugadores rara vez permanecen en un mismo club más de unas pocas temporadas. El concepto de lealtad en el fútbol ha perdido su valor hace mucho tiempo.

 

Porteros con alma de goleador

Hoy en día, es difícil imaginar a un portero lanzando tiros libres o regateando a varios oponentes. Los aficionados solo pueden recordar con nostalgia los días en que José Luis Chilavert y Rogério Ceni marcaban docenas de goles de tiro libre.

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