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Pasará a la historia como un tótem del histórico casi-casi chileno. En unos años más, seguirá poblando los programas deportivos para provocarnos dolor de cabeza, así como el recordado penal fallado de Carlos Caszely. Es que, si el pelotazo de Mauricio Pinilla que a la postre terminó impactando el horizontal del arco brasileño, hubiese ido dirigido unos centímetros más abajo; hoy habría tremenda fiestoca nacional.

Fue tanta la mala cuea de la jugada, que el propio Mauricio Pinilla decidió que se la inmortalizaran en la parte baja de su espalda, en forma de tatuaje. Eso sí, con unos detalles que recrean la situación de manera más optimista.

“En ese tatuaje me demoré como una hora y media. Ahí la pelota destroza el palo. Se le ocurrió a Mauricio y lo encontré espectacular porque está tratando de tirar para arriba. Está optimista”, comentó el tatuador de Pinigel.