En lo que va de «MasterChef Chile», ya son tres las oportunidades en que los participantes han debido cocinar animales vivos para salvarse de la eliminación.
Primero, fue la polémica por el bogavante, una especie muy parecida a la langosta que se cocina viva en agua hirviendo, lo que generó que la participante Karen Saavedra llorara desconsolada desde el balcón, pese a que ella no debió realizar esa prueba.
En ese contexto, debemos recalcar que, en marzo de este año, Suiza decidió prohibir esta práctica de hervir las langostas vivas, ya que se demostró que los crustáceos efectivamente sufren. «Sacuden sus cuerpos salvajemente y arañan las paredes de las ollas en un intento desesperado por escapar. Peor aún, como las langostas no entran en estado de shock cuando son heridas, pensamos que sienten cada momento de sus lentas y dolorosas muertes cuando son cocinadas vivas, en una práctica que el investigador Gordon Gunter describió en la revista Science como ‘tortura”’, señaló el doctor Jaren G. Horsley.
Volviendo al programa, posteriormente debieron cocinar caracoles, igualmente vivos, prueba que esta vez sí le tocó realizar a Karen. Entre lágrimas y con ayuda de la chef Fernanda, la aspirante a cocinera colocó al animalito en agua hirviendo con sal y luego lo cocinó, sin imaginar que nuevamente tendría que hacer una prueba similar.
Y es que, este viernes, se mostró que ahora el último ingrediente en una prueba con cajas secretas era un camarón de tierra, el que los participantes debían cocinar vivo. Ante esto, Karen se negó tajantemente a ‘matar otro animalito’, y efectivamente no lo hizo.
En las redes sociales, rápidamente abundaron las críticas hacia el programa, tildando a los productores de ‘morbosos’ por exponer así a los participantes.
Pero eso no es todo, ya que la cosa fue más allá aún y los televidentes decidieron denunciar estas prácticas del programa ante el Consejo Nacional de Televisión.
«Crueldad y maltrato animal en contra de animales con sistema nervioso, capaces de sentir dolor y estrés. Práctica prohibida en algunos países respecto a los estándares de protocolo de sacrificio animal», indicaron los denunciantes.
«Algunos participantes lloran, gritan y muestran rechazo durante el procedimiento, generando daños emocionales. Se muestra una burla hacia quienes se ven afectados. Se lucra con la vida de un ser vivo, llevándolo a un nivel de objeto”, sentenciaron también.
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