El empate 2-2 entre Colo Colo y Deportes Limache en el Estadio Nacional quedó rápidamente en segundo plano. Más allá del resultado, el compromiso se vio empañado por los graves incidentes protagonizados por un grupo de barristas albos en la galería norte, donde se registraron golpes, gritos y hasta un arma blanca en plena pelea.

La violenta escena generó preocupación inmediata en el mundo deportivo y en las autoridades, debido a la constante discusión en torno a la seguridad en los estadios chilenos.

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A raíz de los hechos, el Ministerio de Seguridad Pública presentó una querella criminal no solo contra los dos hinchas identificados con un cuchillo y una muleta, sino también contra la concesionaria Blanco y Negro y su directorio, encabezado por Aníbal Mosa.

El gobierno acusó presuntas falencias en los protocolos de seguridad del club para impedir el ingreso de objetos prohibidos al recinto. La acción judicial también involucra al vicepresidente Eduardo Loyola, los directores Alfredo Stöhwing y Ángel Maulén, además del gerente general Alejandro Paul.

Frente a las acusaciones, Mosa respondió entregando una explicación que rápidamente se volvió viral por lo insólita de su justificación.

«No es que la persona entró con el cuchillo vulnerando los controles», afirmó el timonel de Blanco y Negro, negando fallas en el operativo de seguridad.

El dirigente sostuvo que el arma no fue ingresada por los barristas, sino que habría sido arrebatada a una vendedora que estaba trabajando en el sector del estadio.

«Ese cuchillo se lo sacaron a una señora que vende sándwiches. Pasó este tipo por ahí, desquiciado, le saca el cuchillo y se lo lleva. Y eso generó las imágenes que vimos», explicó.

Sus dichos generaron sorpresa y comentarios divididos entre los hinchas y la opinión pública, reabriendo el debate sobre el control en los accesos de los estadios.