Corría el año 1978 cuando Julio Iglesias contrató a tres coristas que, además, eran hermanas: María Eugenia, María Laura y María Emilia. Las llamadas ‘Trillizas de Oro’ eran argentinas, pero se hicieron conocidas en Europa de la mano del artista español.

Ahora, 40 años después, las tres mujeres volverán a la televisión trasandina con un espacio magazine, y de eso fueron a conversar al programa radial «Falta de respeto». Sin embargo, lo que más ha llamado la atención de los medios fueron las declaraciones que hicieron respecto al tiempo en que trabajaron con el intérprete de «Me olvidé de vivir».

 

En referencia a él, María Emilia sostuvo: «Era un maestro. Este señor sigue siendo un genio». Entonces, María Eugenia acotó: «No tenía ego. Vos veías lo que era la gente con él y él con la gente, y era maravilloso».

Hasta allí, todo eran flores para el artista, hasta que abordaron la relación que Iglesias mantenía con sus fans. «Hoy estaría en cana Julio Iglesias, porque no solamente se le acercaban, o él se acercaba a las minas, sino que las tocaba. Hoy estaría con un juicio que le darían cadena perpetua», señalaron las hermanas, que además agregaron que él era demasiado afectuoso.

“Les daba besos en la boca a todas, estaría con cadena perpetua”, continuaron. Y María Laura añadió: “Las seguidoras muertas con él, hacían cola”.

Por supuesto, el periodista les preguntó a las trillizas si alguna vez el artista trató de seducirlas a ellas, pero lo negaron tajantemente. “Nuca pudo. Estábamos rodeadas de mamá, papá, nuestro representante… no podía ni mirarnos», explicaron. A eso se suma la amplia diferencia de edad, pues ellas tenían solo 18 años, mientras él bordeaba los 40. «Él nos trataba como sus niñas, pero niñas como dice la palabra”, apuntaron.

“Nunca tuvo la chance y nunca le dimos pie. Eramos muy compañeros y había mucho respeto. Era otra época”, continuaron agregando.

No así con las seguidoras acérrimas de Julio Iglesias, que se turnaban para estar con él en su camarín. Sin dar nombres, Emilia contó: “Golpeaban la puerta y preguntaban: ‘¿Terminaste? ¡me toca a mí!’”. 

María Laura aseguró que las nuevas «subían por la escalera», mientras las otras «bajaban por el ascensor». «Salía una de la habitación y entraba otra, y no se cruzaban”, detalló.