Con el capítulo de anoche, a los seguidores de «Perdona nuestros pecados» les quedó muy claro que la locura de Isabel Quiroga tendrá un rol principal en los últimos capítulos de la exitosa nocturna de Mega.

Ya en el adelanto de esta recta final, se pudo ver que la hija de Armando no aguantará ver a su padre casándose con otra mujer, Lucrecia, y eso la llevará a tratar de deshacerse de quien fue su enfermera personal. Pero eso no es todo, ya que también partirá en búsqueda de su ex marido, Gerardo Montero, para apuñalarlo y de paso revelarle una cruda verdad: el bebé al que ella dio a luz no es suyo, sino de Renzo.

En conversación con el sitio Página7, la actriz a cargo de este rol comentó: «Estoy feliz de todo lo que ha significado Isabel. Creo que ha sido un súper desafío, un personaje que ha tenido un viaje muy interesante y que me ha llevado a mí a investigar en lugares emocionales y en lugares mentales, sobre todo, para poder crearlo». 

Alejandra Araya tiene muy claro que el papel que tuvo en esta teleserie marcará para siempre su carrera actoral, y así se lo han hecho saber sus fans a través de redes sociales, donde han destacado constantemente su talento. Pero también hay quienes se lo toman como algo personal y han atacado duramente a la intérprete de 28 años.

«Me escriben mensajes que no podría reproducir», confesó en la entrevista, para luego agregar que no quiere quedar encasillada en este malvado personaje. Por lo mismo, espera tener otro desafío en el futuro televisivo. “Me gustaría algo muy distinto, como una perna muy perna. Ojalá que no sea del lado de los malos, para poder ampliar un poco el abanico”, dijo.

Pero eso no es todo, porque además se refirió al esfuerzo emocional que significó para ella dar vida a la hija de Armando Quiroga. Tanto así, que se asesoró con especialistas.

«He trabajado de la mano de dos psiquiatras que me han ayudado a entender el personaje de Isabel, que es muy complejo desde ese punto de vista, y emocionalmente también ha sido súper desgastador», comentó al portal.

Además, como declara ser obsesiva con el trabajo, tuvo que refugiarse en actividades físicas que le permitieran conectarse con ella misma. A eso se suma que retomó su participación en el mundo del teatro, donde realiza montajes destinados al público infantil.