El conflicto comenzó esta semana, cuando en medio de la transmisión del programa «Intrusos», abordaron la presentación de Toarii Valantin en el show «Rojo en VIVO», realizado el pasado fin de semana en el Monticello.

En esa oportunidad, el ex pupilo de Daniela Castillo interpretó una canción de la banda CNCO, lo que llevó a la conductora del espacio a hacer un desafortunado comentario: «Seamos honestos. Me van a decir que estos cabros de CNCO… Ya, que me empiecen a escribir las fanáticas, me da lo mismo. ¡No canta ninguno! Son puras máquinas», dijo.

Lo que Alejandra Valle no imaginaba era que Joel Pimentel, uno de los integrantes del grupo, usaría las redes sociales para pedirle que no se metiera con sus seguidoras. Al etiquetarla en la publicación, desató el desastre.

«Solo te vengo a advertir que si no le pides disculpas a los chicos de CNCO, te las vas a ver con nosotras, pinche cuatro ojos (…) Ya sabemos dónde vives, no te sorprenderás si te damos una visitadita”, es solo una de las tantas amenazas que ha recibido la periodista de La Red, según consigna el diario La Cuarta.

Con todo este acoso cibernético, y tras haber denunciado esta situación en su propia cuenta de Instagram, Ale Valle decidió hacer la denuncia correspondiente ante la justicia, dejando constancia en Carabineros, pues hay un motivo más poderoso que la atormenta.

«Son puros cabros chicos con insultos y amenazas que van a llegar a mi casa. A mi hija de 10 años le han llegado cerca de 150 extrañas peticiones de amistad, y lo más preocupante es gente muy sospechosa», comentó al mismo medio.

La comunicadora señala que efectivamente la publicación del cantante resultó fatal en toda esta situación. «Fue muy irresponsable. Él generó que esto sea a nivel mundial. No corresponde que a alguien la trolleen a nivel mundial por una opinión musical. No tengo por qué disculparme, si pasaron sin pena ni gloria por el festival (de Viña)», explicó también la locutora de Radio Pudahuel.

Y aunque los comentarios y amenazas han ido principalmente en su contra, Alejandra tiene centrada su preocupación en la pequeña Amelia, de 10 años. “Si hay algo que temo es por mi hija, es una niña y mucho más vulnerable que yo. Ella conoce cómo actúo, sabe a los peligros que se está expuesto”, concluyó.